Debimos ser felices de Rafaela Lahore
Una sombra cotidiana
Una madre que declama de memoria fragmentos de la Ilíada y que escribió decenas de cartas de suicidio, un padre amable, un abuelo que apuntó con un arma a su abuela ... vida de familia uruguaya en los años ochenta. Hay higueras. hay calle Magallanes, hay la playa del Fortín de Santa Rosa, hay campo, hay bombones Garoto, hay tías que están viejas y no se espantan las moscas de las piernas. Hay una pena que lo cubre todo, una pena genética y, también, una pena que se supera en ocasiones.
El primer libro de la periodista uruguaya Rafaela Lahore es una sucesión de momentos cuidadosamente encastrados para funcionar como una historia en donde se sucede, de alguna forma, la historia de su propia vida. Cada página es un poema, cada frase un verso que nos retrata de alguna forma a los uruguayos. Esas tardes cansinas y grises, ese mirar al océano, el dulzor de alguna tarde de campo, las paredes húmedas, los higos, alguna casa de balneario, alguna muerte que nos pesa, algún animal que nos acompaña.
"La protagonista de esta novela encuentra una carta de suicidio de su madre, que aún vive, ahora sola, en un apartamento del Centro de Montevideo. La escritura es un lugar de búsqueda donde, con delicadeza y momentos de gran belleza, van surgiendo los recuerdos, desordenados, fragmentarios, para construir la historia de tres generaciones de mujeres: la abuela, en las afueras de Rivera (al norte de Uruguay); la madre, que se fue a la capital, y la hija, en Santiago de Chile, desde donde trata de rearmar el rompecabezas de lo que fue su vida familiar o, quizás, de lo que debió ser".
Así dice la contratapa del libro que editó Criatura Editorial, una edición que cuidó cada detalle. De yapa, sepan que la correctora fue María Eugenia Martínez, que es una crack.
Háganse el grandísimo favor de leerlo este mismo fin de semana. Es belleza pura.