Foto de Virginia Arlington

Sobre mí

Leo. Leo mucho. Y no voy a contarles qué me pasa cuando leo. Si están acá ya lo saben y tienen claro que no existe vida sin lectura. Ahora bien ¿qué pasa cuando cerramos el libro? Y bueno, necesito si o si comentarle a alguien qué me pasó. Sobre todo si lo disfruté.


Y exijo reciprocidad. Eso de dar sin recibir no me va. Yo te cuento, vos me contás. Y así armamos flor de cadena de lectores, que no es ni más ni menos, que una cadena de experiencias compartidas. De eso se trata lo que hago. A saber:

  • Leo nonstop todo el año y te comento de qué va cada libro. Así podés elegir lecturas propias y para regalar.
  • Escribo hace añares. Algún libro, cientos de artículos para medios de comunicación y tengo cuadernos y cuadernos al mejor estilo “querido diario”. Redacté libros de cocina, de turismo, coleccionables, páginas web, de todo. Incluso un libro para inspirar a otros a escribir. 
  • Hace décadas que estoy casada con Juan, tenemos dos hijos: Nicolás y Federico. En 2017 nos convertimos en familia de acogida. Hemos recibido en dos tandas: dos hermanos de 1 y 2 años que vivieron con nosotros un año y un bebote de 4 meses que permaneció con nosotros 9 meses. Lifechanging. Intento escribir un libro al respecto y por aquí podés encontrar algunas de nuestras experiencias.
  • Club de lectura y TV.  Leemos el mismo libro al mismo tiempo (con trampa, porque yo ya lo leí para recomendártelo) y después podemos compartir “con conocimiento de causa” qué nos pasó con ese libro. Y comemos rico. No hay un combo mejor. A esta altura tenemos una comunidad de lectoras que es un tesoro. Tan bien nos fue con esta movida que armamos un programa de TV que fue maravilloso, dos temporadas a puro libro. 
  • Estudio. Remando en dulce de leche logré licenciarme en comunicación y mucho después me posgradué en comunicación organizacional, eso lo hicimos de a dos, con Juan obvio. Fue como surfear las materias a lo Kelly Slater, puro placer. Todos los días me motiva aprender, estudiar, seguir mi curiosidad.

Último dato: si veo a alguien leyendo en un espacio público, no cejo hasta saber de qué libro se trata. En la playa por ejemplo, paso 500 veces y con disimulo por delante del lector en cuestión para descifrar el título (no veo bien de lejos, por eso tengo que pasar tantas veces).

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